lunes, 30 de julio de 2012

ESPERANDO EL MILAGRO DE DIOS

Conducía de vuelta a casa alrededor de las cinco, tras de una reunión, atascado en el tráfico del Bulevar Colorado, cuando el auto comenzó a fallar y se apagó a duras penas pude empujarlo, maldiciendo, a una estación de gasolina, contento solamente de no estar obstruyendo el tráfico y que tendría un lugar más tranquilo para esperar la grúa. Ni siquiera se podía enderezar. Antes de que pudiera hacer la llamada, vi a una mujer saliendo de la tienda de conveniencia que pareció resbalarse sobre el hielo y cayó sobre un dispensador de combustible, por lo que me levanté y fui a ver cómo estaba.

Cuando llegué donde estaba, parecía más bien que había sido más sobrecogida por el llanto que por la caída; era una joven mujer que se veía bastante desaliñada con ojeras alrededor de sus ojos. Dejó caer algo cuando la ayudaba a levantarse y lo recogí para dárselo. Era una moneda de cinco centavos.

En ese momento, todo quedó claro para mí: la mujer llorando, la antiquísima camioneta repleta de cosas con tres muchachos en la parte de atrás (uno en un asiento del auto), y el dispensador de combustible leyendo $4.95. Le pregunté si todo estaba bien y si necesitaba ayuda, a lo que ella seguía diciendo: "No quiero que mis hijos me vean llorando", así que nos paramos al lado opuesto del dispensador a su auto. Ella dijo que conducía hacia California y que las cosas estaban muy duras para ella en ese momento. Así que le pregunté: "¿Y está orando?" Eso la hizo alejarse de mí un poco, pero le aseguré que no era un loco y le dije: "Él la oyó y me envió".

Saqué mi tarjeta de crédito y la pasé por el lector de tarjetas para que pudiese llenar el tanque de su auto, y mientras cargaba el combustible, me dirigí al McDonald’s de al lado y compré dos grandes bolsas de comida, algunos certificados de regalo por más, y una gran taza de café.

Ella le dio la comida a los muchachos en el auto, quienes le cayeron como lobos, y nos quedamos parados junto al dispensador comiendo papitas fritas y conversando un poco.

Me dio su nombre y compartió que vivía en Kansas City. Su novio la había abandonado hacía dos meses y no había podido arreglárselas sola. Sabía que no tendría dinero para pagar la renta el 1 de enero por lo que, finalmente, había llamado a sus padres, con quienes no se había comunicado en cinco años. Ellos vivían en California y le dijeron que podía mudarse con ellos y comenzar de nuevo allá. Así que empacó todo lo que poseía en el auto. Le dijo a los muchachos que se iban a California para Navidad, pero no que se mudaban para allá.

Le di mis guantes, un breve abrazo y dije una rápida oración a su favor por seguridad en el viaje. Al dirigirme a mi auto, ella dijo: "Así que, es Ud. un ángel o algo parecido?" Eso, definitivamente, me hizo llorar. Le dije: "Querida, para esta época, los ángeles están muy ocupados, así que a veces, Dios utiliza a gente normal".

Fue tan increíble ser parte del milagro de alguien. Y, por supuesto, como pueden imaginarlo, cuando me subí a mi auto, encendió de una vez y me llevó a casa sin problema alguno.
Lo meteré al taller mañana para revisarlo, pero sospecho que el mecánico no hallará problema alguno con él. Algunas veces los ángeles vuelan tan cerca de uno que podemos escuchar el batir de sus alas…


Nunca dejes de creer en Dios y en los milagros que él hace. Sobre todo no menosprecies la oportunidad de ver cuando Dios te convierte en un milagro para otros. Hoy podría ser uno de esos días.

Dios hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos. Deuteronomio 6:22

De las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que el Señor tu Dios te sacó; así hará el Señor tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. Deuteronomio 7:19

martes, 24 de julio de 2012

MOLDEANDO NUESTRO CARACTER


Oculto en el desierto de Chihuahua en Nuevo México se encuentra una de las grandes maravillas de Dios: las Cavernas de Carlsbad. Al visitante casual, si oscura entrada le puede parecer poco interesante, como el estéril desierto que las rodea. Sin embargo, allí hay delicadeza y grandeza, ese es un lugar en el que a través de los siglos pequeñas gotas de agua, silenciosas en la oscuridad, han construido un monumento de extraordinaria belleza de quince metros de altura. Gota tras gota, depositando partícula, un dedo que parece de mármol comienza a crecer. Al final, este proceso forma una enorme columna; así, se crean las esculturas dentro de las cavernas.

Un proceso similar ocurre dentro de cada uno de nosotros. Cuando un solo pensamiento llega a nuestra mente, deja sedimento que entra a lo más profundo de nuestra alma, formando nuestras propias columnas… columnas de carácter. Si permitimos que los pensamientos inmorales, egoístas y violentos llenen nuestra mente, formamos columnas de mal y fracaso. Si llenamos nuestra mente con la verdad y el amor, formamos columnas fuertes y bellas dentro de nuestra alma.

En Proverbios 23:7, el rey Salomón dijo: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.

Salomón entendía que las cosas en que pensamos determinan la persona que llegamos a ser. Cuando buscamos a Dios, comenzamos a reflejar su carácter en nuestra vida.

¿Qué formaron las columnas de carácter en tu vida? ¿Te asemejas en algo a tu Padre Celestial?

Tú puedes llegar a ser la persona que Dios diseñó para que seas al renovar cada día tu mente con la Palabra de Dios. Al igual que las Cavernas de Carlsbad se crearon a través del tiempo, ocultas de la vista, así se forja nuestro verdadero carácter.

Filipenses 4:8
Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.

martes, 17 de julio de 2012

LA ORACION


Al regresar de un viaje misionero a su Iglesia local en Michigan, EU. Testificaba este misionero lo que Dios había hecho con él: 

Mientras servía como misionero en un pequeño hospital en el área rural de Africa, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días, y debería atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje debía acampar en el punto medio, pasar la noche y reanudar mi viaje temprano al día siguiente.

En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas, los víveres y reanudar mi viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleándose, uno de ellos estaba bastante herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo le hablé de Nuestro Señor Jesucristo.

Después de esto, reanudé mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acampé en el punto medio y a la mañana siguiente reanudé mi viaje y llegue al hospital sin ningún incidente.

Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acercó el hombre al cual yo había atendido en mi anterior viaje y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, el se dió cuenta que yo traía dinero y medicinas.

El agrego: “Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar. Planeabamos matarte y tomar tu dinero y medicinas pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que estabas protegido por 26 guardias bien armados”.

Ante esto no pude más que sonreír a carcajadas y le aseguré que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agregó: “no señor, yo no fui la única persona que vió a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que entre todos los contamos, eran 26″.

En ese momento, uno de los hermanos de la iglesia se puso en pie, interrumpió al misionero y le preguntó la fecha y hora del suceso, al misionero responderle, el hermano contó la siguiente historia:

“A la hora de su incidente en África era de mañana aquí. Yo me preparaba para salir cuando sentí una imperiosa necesidad de orar por usted, de hecho el llamado era tan fuerte que comencé a llamar a los hermanos de la congregación para reunirnos en el Templo a orar por usted. Hoy quisiera que los Caballeros que vinieron ese día a orar por usted, se pusieran de pie. El misionero no estaba tan preocupado por saber quienes eran ellos, más bien se dedicó a contarlos, un total de 26 hombres.

¿Alguna vez has sentido la imperiosa necesidad de orar por alguien?, pero has decidido ponerlo en tu lista de “cosas por hacer” y te has dicho: “Oraré más tarde”. ¿Te ha llamado alguien alguna vez que te ha dicho?, necesito que ores por mí.

Si en alguna ocasión sientes la inquietud de orar por alguien, no vaciles en hacerlo, no lo dejes para luego. Nadie seria lastimado por una oración.


 “Orad unos por otros”,”La oración eficaz del justo puede mucho”Santiago 5:16

 “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros” 2 Tesalonicenses 3:1

“Orad sin cesar”1 Tesalonicenses 5:17

martes, 10 de julio de 2012

SIEMBRA EN TU FAMILIA


Había una joven muy rica, que tenía todo: un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo donde le pagaban muy bien, una familia unida.
Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los que haceres le ocupaban todo su tiempo y su vida estaba mal en algunas áreas. Si el trabajo consumía mucho tiempo, abandonaba a sus hijos, si surgía algún problema, ella dejaba de lado a su marido… Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después,
Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: una flor muy cara y rarísima, de la cual había apenas un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo:
"Hija, esta flor te ayudará mucho mas de lo que tu te imaginas! Únicamente necesitas regarla y podarla de vez en cuando, ocacionalmente conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y las más lindas flores."
La joven la recibió emocionada, pues la flor era de una belleza sin igual. Más el tiempo fue pasando, los problemas surgían, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitia cuidar de la flor.
Ella llegaba a casa, miraba la flor y aun estaba ahí, no mostraba ningún signo de debilidad o muerte, siempre, linda, perfumada. Entonces ella pasaba sin prestarle mas atención.
Hasta que un día, sin mas, la flor murió. Ella llegó a casa y se llevó un susto! Estaba completamente muerta, sus raíces estaban resecas, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La Joven se hechó a llorar y le contó a su padre lo que había acontecido.
Su padre entonces respondió:
"Imagine que eso ocurriría ,y no puedo darte otra flor, porque no existe otra igual a ella, era única, así como tus hijos, tu marido, tus amigos y toda tu familia.
Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero debes aprender a regarlos, podarlos y dar atención a ellos, pues así como la flor, los sentimentos también mueren. Tú te acostumbraste a ver la flor viva, siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla. Cuida a las personas que amas!"
Y tú?… Cuidas de las bendiciones que Dios te ha dado? Proteges esa flor, pues forman parte de las bendiciones del Señor: El nos las dá, mas nosotros somos lo que debemos cuidar de ellas.
Lucas 10:41-42
"Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada."
Eclesiastés 3:1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.